jueves, 9 de enero de 2014

Antes de perder el ego, tienes que alcanzarlo. Solo el fruto maduro cae al suelo.

Pienso que al desarrollar una actitud de entereza ante las dificultades he llegado a
resignarme a gran parte de la vida. Tengo la sensación de que esa resignación es como
un peso que se opone a mis esfuerzos para vivir más la meditación. ¿Significa esto que
he suprimido mi ego y que debo encontrarlo otra vez antes de perderlo realmente?

Osho respuesta... 

ESTE ES UNO DE LOS MAYORES PROBLEMAS... parecerá una paradoja, pero es
verdad. Antes de perder el ego, tienes que alcanzarlo. Solo el fruto maduro cae al 
suelo. La madurez lo es todo.

No se puede arrojar por la borda un ego inmaduro, no se puede destruir. Y si
luchas con un ego inmaduro para destruirlo y disolverlo, tus esfuerzos serán vanos. En
lugar de destruirlo, lo encontrarás más reforzado, de una forma nueva, más sutil.
Es algo fundamental, que hay que comprender: el ego debe llegar a la cima, debe
ser fuerte, tiene que alcanzar la integridad, y solo entonces se puede disolver.
No se puede disolver un ego débil, y eso se convierte en un problema.

En Oriente todas las religiones predican la ausencia de ego, de modo que, en
Oriente, todo el mundo está en contra del ego desde el principio. Debido a esta actitud,
el ego nunca se fortalece, nunca llega al punto de integración a partir del cual puede
desaparecer. Nunca llega a madurar. Por eso resulta muy difícil disolver el ego en
Oriente, casi imposible.

En Occidente, la tradición occidental, religiosa y psicológica, propone, predica y
convence a la gente de que tenga un ego fuerte... porque a menos que tengas un ego
fuerte, ¿cómo vas a sobrevivir? La vida es una lucha; si no tienes ego, te destruirán. Así
¿cómo resistirse? ¿Quién va a luchar? ¿Quién va a competir? Y la vida es una continua
competición.

La psicología occidental dice que hay que alcanzar el ego, afianzarlo, pero en
Occidente resulta muy fácil disolver el ego, de modo que cuando alguien que va en su
busca llega a comprender que el problema radica en el ego puede disolverlo fácilmente,
con más facilidad que en Oriente.

En eso consiste la paradoja: que en Occidente se enseña el ego y en Oriente se
enseña la ausencia de ego; pero en Occidente resulta fácil disolverlo, y en Oriente
resulta muy difícil.

Te enfrentas a una ardua tarea, en primer lugar alcanzar el ego y después
perderlo, porque solo se puede perder algo que se posee. Si no lo posees, ¿cómo vas a
perderlo? Si no eres rico tu pobreza no puede tener la belleza que predica Jesucristo, ser
pobre de espíritu. Tu pobreza no puede tener la misma importancia que cuando Buda
Gautama se hace mendigo.

Solo el rico puede hacerse pobre, porque únicamente se puede perder lo que se
tiene. Si nunca has sido rico, ¿cómo vas a ser pobre? Tu pobreza será superficial; nunca
llegará al espíritu. Serás pobre en la superficie, y en el fondo ansiarás riquezas. Tu
espíritu ansiará las riquezas, tendrás ambición, un deseo constante de obtener riquezas.

Solamente serás pobre en la superficie, e incluso te consolarás diciéndote que la pobreza
es buena, pero no puedes ser pobre, porque solo una persona rica, realmente rica,
puede ser pobre. El simple hecho de poseer riquezas no significa ser realmente rico.
Puedes seguir siendo pobre. Si sigue existiendo la ambición, eres pobre. Lo que importa no
es lo que tienes. Si tienes suficiente desaparece el deseo. Cuando tienes suficientes
riquezas, desaparece el deseo.

La desaparición del deseo marca el criterio de lo suficiente. Entonces eres rico;
puedes abandonarlo, puedes hacerte pobre, puedes hacerte mendigo como Buda, y
entonces tu pobreza es rica, entonces tu pobreza tiene su propio reino.

Y lo mismo ocurre con todo. Los Upanishads, Lao Tzu, Jesucristo o Buda... todos
enseñan que el conocimiento es inútil. Limitarse a adquirir conocimientos no resulta de
mucha ayuda. No solo no resulta de mucha ayuda, sino que puede convertirse en una
barrera. No se necesita el conocimiento, pero eso no significa que debas ser ignorante.

Tu ignorancia no será real.
Cuando has acumulado suficientes conocimientos y los abandonas, llegas a la
ignorancia. Entonces te haces realmente ignorante, como Sócrates, que decía: «Solo sé
que no sé nada». Este conocimiento, o esta ignorancia —podemos llamarlo como nos
plazca— es completamente distinto, tiene una cualidad distinta, ha cambiado de
dimensión. Si eres ignorante sencillamente por no haber reunido conocimiento, tu
ignorancia no puede ser sabia, no puede ser sabiduría, sino simple ausencia de
conocimiento. Y el ansia continuará dentro: ¿cómo obtener más conocimientos? ¿Cómo
obtener más información?

Cuando tienes demasiados conocimientos —has conocido las escrituras, has
conocido el pasado, la tradición, has conocido todo lo que se puede conocer—, de
repente te das cuenta de la inutilidad de todo, de repente te das cuenta de que eso no
es conocimiento, sino algo prestado. No es tu propia experiencia existencial, no es lo
que has llegado a saber. Quizá otros sí lo hayan sabido, pero tú simplemente lo has
reunido, de una forma mecánica. No ha surgido de ti, no es algo que haya crecido. Es
basura recogida de otras cosas, prestada, muerta.

Recuerda que el conocimiento solo está vivo cuando tú conoces, cuando es tu
experiencia inmediata, directa, pero cuando tu conocimiento proviene de otros, es
simple memoria, no conocimiento. La memoria está muerta. Cuando reúnes gran
cantidad —las riquezas del conocimiento, las escrituras, todo lo que te rodea, las
bibliotecas condensadas en tu mente, y de repente te das cuenta de que simplemente
llevas la carga de otros, de que no te pertenece nada, de que no has conocido—, entonces
puedes abandonarlo, puedes abandonar todo ese conocimiento.

Al abandonarlo surge un nuevo tipo de ignorancia. No se trata de la ignorancia del
ignorante, sino de la sabiduría del sabio.

Solamente el sabio puede decir: «No sé», pero al decir «No sé» no siente ansias de
conocimiento. Está constatando un hecho. Y cuando puedes decir de corazón «No sé»,
en ese mismo momento se te abren los ojos, se abren las puertas del conocimiento. En
ese mismo momento es cuando puedes decir con toda sinceridad «No sé», cuando eres
capaz de adquirir conocimiento.

Esta ignorancia es muy hermosa, pero se obtiene mediante el conocimiento. Es la
pobreza a la que se llega mediante la riqueza.

Y lo mismo ocurre con el ego: solo puedes perderlo si lo tienes.

Osho

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